Él dejó hijos, esposa, familiares, parientes y amigos y luchó por un solo ideal: la libertad. Él, como piloto de helicóptero, luchó para llevar comida y medicinas a los hermanos desamparados a las regiones más remotas de su país. Él tenía claros ojos azules para ver más lejos y esa claridad era la de la luz que venía de su corazón, luz de su alma, luz de su valerosa fraternidad. Él no luchó sólo con armas, y si las utilizó fue para enfrentar la tiranía que tanto oprime al pueblo a punto de obligarlo a no usarlas para que ese mismo pueblo obedezca y esclavice a la privación. Él usó armas, sí, no para matar, sino para mostrar que todos tienen el derecho a la defensa y saber la hora de resignarse, porque en el fondo su lucha era pacífica y porque en esta lucha el guerrero sabe que está solo. No sólo se enfrentó a las armas asesinas, sino a la sandía de aquellos que sólo quieren el poder, la sangre, la tiranía. Él, por fin, dejó sus palabras de paz y de diálogo resonar no só...
BENILTON CRUZ