Él
dejó hijos, esposa, familiares, parientes y amigos y luchó por un solo ideal:
la libertad.
Él,
como piloto de helicóptero, luchó para llevar comida y medicinas a los hermanos
desamparados a las regiones más remotas de su país.
Él
tenía claros ojos azules para ver más lejos y esa claridad era la de la luz que
venía de su corazón, luz de su alma, luz de su valerosa fraternidad.
Él
no luchó sólo con armas, y si las utilizó fue para enfrentar la tiranía que
tanto oprime al pueblo a punto de obligarlo a no usarlas para que ese mismo
pueblo obedezca y esclavice a la privación.
Él
usó armas, sí, no para matar, sino para mostrar que todos tienen el derecho a
la defensa y saber la hora de resignarse, porque en el fondo su lucha era
pacífica y porque en esta lucha el guerrero sabe que está solo.
No
sólo se enfrentó a las armas asesinas, sino a la sandía de aquellos que sólo
quieren el poder, la sangre, la tiranía.
Él,
por fin, dejó sus palabras de paz y de diálogo resonar no sólo al clamor de la
humanidad, resonar no sólo en el vacío de la conciencia insana de los tiranos,
sino resonar en el silencio de la eternidad.
Él
fue velado sin la presencia de los familiares, fue sepultado desnudo, marginado
por la opresión.
Queridos
hermanos, él lo dejó todo y fue en busca de lo que muchos no darían nada, mucho
menos la propia vida, eso que los héroes llaman justamente de libertad.
Rezamos
por su alma, rezamos por su coraje, rezamos por su determinación, oremos por su
ejemplo de fraternidad, oremos por su alma de Masón.
Rezamos
hoy, hermanos, si no mañana, seremos nosotros a seguir los pasos de Óscar
Pérez.
Y
es en ese sentido que llamamos a la meditación de aquel que honró el delantal
braco de aprendiz que usó, el blanco delantal que no se dejó macular por la
sangre de la tiranía
Meditemos
sobre aquello contra lo que él luchó - meditemos sobre la tiranía, si aún es
posible en pleno siglo XXI, si es posible aceptar el autoritarismo, la
insensatez, la injusticia, el amordazamiento de la democracia, la prohibición
de la fraternidad, la prohibición del encuentro entre hermanos, la persecución
a la masonería.
Meditemos
sobre el uso de armas contra el pueblo desarmado - meditemos sobre el legado de
un solo masón y otros seis valientes hermanos que murieron juntos a su lado.
Meditemos
en nuestro pequeño templo, síntesis de la obra de Dios, síntesis de su vasta y
bella morada, donde hay espacio para todos - meditemos con el corazón - después
de todo donde hay masonería no puede haber tiranía.
Meditemos,
pues esta es nuestra misión: el autoconocimiento, esa es nuestra lucha: la
fraternidad.
Queridos
hermanos, aprendiz no habla, meditemos sobre el acto silencioso de nuestro
hermano - meditemos sobre su acto y no sobre su habla.
"Medimos
sobre la nostalgia del padre a golpear en el corazón de los tres hijos que él
dejó: Sebastian, Santiago, y Dereck Perez - meditemos sobre lo que los hijos de
sus hijos van a pensar en el futuro" Nuestro abuelo luchó por la libertad
y era masón " en el caso, meditemos sobre su acto de defender la Patria,
literalmente "la tierra de los padres".
Meditemos
en silencio donde el espíritu es indestructible, donde el espíritu se hermana
con Dios, donde el espíritu es fortaleza y allí dejemos un pequeño monumento a
la memoria de Óscar Pérez y en su lápida dejen relucir la escuadra y el compás,
dejen iluminar la gran letra G, la letra del Gran Arquitecto del Universo.
Meditemos
sobre el asesino que lo mató y que es también nuestro hermano cuyo destino alguna
mazmorra de la tiranía lo obligó a apretar el gatillo, de lo contrario también
sus hijos morir.
Meditemos
sobre la justicia, hermanos míos, meditemos sobre la justicia, ese precepto
universal, como Univiersal es la masonería. Y esto es lo que pide la Oración
para Óscar Pérez, nuestro hermano Masón.
Assinam: Benilton Lobato
Cruz e os irmãos da Loja 53 Fenix e Fraternidade, de Belém, PA, Amazônia,
Brasil.)

Óscar Perez aprendiz maçom morto em ação da polícia Venezuelana

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